Para que la tecnología IoT pueda funcionar tiene que existir un dispositivo emisor, que disponga de sensores de emisión de datos, y un dispositivo receptor, que disponga de un datalogger o registrador de los datos.
Cada dispositivo emisor y receptor debe tener un identificador que le permita establecer la conexión.
Una vez establecida la conectividad entre los dispositivos, los sensores que componen a ambos se encargarán de recoger la multitud de datos que posteriormente se agruparán en aplicaciones de IoT compatibles y donde se traducirán en resultados.
Dicha recopilación de datos permite la detección de comportamientos específicos de los resultados y la generación de actuaciones preventivas para evitar o mantener esa tendencia de comportamientos.
¿Cómo funciona la tecnología IoT?
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